En Jerez, los almacenistas ocupan un lugar fundamental en la historia vinícola de la región, gracias a su inestimable contribución al legado del Jerez. Pero, ¿qué es un almacenista? El término (cuya definición legal es “Bodega de Crianza y Almacenado”) hace referencia a la labor que estos productores han desempeñado durante décadas: artesanos dedicados a la crianza de vinos en el Marco de Jerez. Bodegas pequeñas, familiares, dirigidas por apasionados del oficio y guardianes de algunos de los mejores vinos de la denominación de origen. Para comprender realmente la singularidad del jerez, es esencial conocer el papel clave que los almacenistas han desempeñado en su evolución.
QUÉ ES UN ALMACENISTA
La mera semántica de la palabra ya recoge de forma exacta y precisa la función de este grupo tan particular de la región: artesanos dedicados a envejecer vinos dentro del Marco de Jerez. Son, en una acepción más poética, artesanos independientes que envejecen pequeñas cantidades de jerez. Los almacenistas, por tanto, son el ejemplo perfecto de la conexión artesanía-cultura-identidad de nuestra región, al igual que lo podrían ser los fabricantes de relojes de Cuco de la Selva Negra alemana o la porcelana de Imari japonesa. Para entender la singularidad y particularidad del jerez, se debe primero conocer la figura del almacenista y su legado en el Triángulo.
Desafortunadamente, estos artesanos han sufrido desafíos a lo largo de la larga historia del jerez, fruto de avances técnicos, sociales y económicos, reduciendo su impronta en la región, relegándolos actualmente a una posición de anonimato y escasa visibilidad. Sarah Jane Evans MW supo describir perfectamente años atrás esta problemática: «Es difícil encontrar un almacenista. Sus bodegas están escondidas tras puertas anónimas en las ciudades del jerez. Podrías pasar por delante y no darte cuenta de que están ahí».
Si bien es verdad que la labor del almacenista actual es secundaria, siguen siendo parte activa de la región. En nuestro curso CSWS® hacemos referencia sobre ello, ya que es parte indispensable para entender el jerez y su diversidad.
En el triángulo del jerez se divide a los elaboradores y productores en dos grupos muy bien diferenciados. Cada grupo tiene unas características y funciones determinadas que los hace únicos. Por un lado, el más numeroso, los exportadores. Por otro lado, más escaso, los almacenistas. Los primeros son aquellas bodegas que tienen su base en las zonas «Jerez-Xérès-Sherry» y «Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda» (Bodegas de Crianza y Expedición), se dedican a la crianza y venta para consumo de los vinos de ambas DDOO. Son aquellas que pueden elaborar y criar vinos y, además venderlos (embotellados) bajo una marca comercial propia. Una bodega debe poseer en existencia como mínimo 500 botas de vinos para poder desempeñar su relación comercial bajo el reglamento de las bodegas de Crianza y Expedición. Los segundos, al igual que los primeros, deben estar ubicadas en la en las localidades de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María o Sanlúcar de Barrameda. Los vinos comercializados por los almacenistas (bodegas de Crianza y Almacenado), sin embargo, deberán ser vendidos siempre a otras bodegas exportadoras, las cuales los utilizarán para introducirlos en sus propios sistemas de envejecimiento o bien para incluirlos en los cabeceos finales de sus marcas comerciales. En el caso de los almacenistas solo se requieren 100 botas de vino para poder funcionar como bodega de Crianza y Almacenado.
Por lo tanto, los almacenistas son productores que dedican su esfuerzo, creatividad y recursos a vender sus vinos manteniendo el equilibrio necesario para que toda la región pueda seguir funcionando correctamente. Son parte indispensable, a pesar de su pequeña presencia, del ecosistema productivo y económico del Marco de Jerez. A lo largo de la historia los almacenistas han ido ganando y perdiendo influencia en el marco, aunque su labor y función se ha mantenido prácticamente idéntica desde su concepción y así sigue siéndolo.
EL PAPEL DE LOS ALMACENISTAS A LO LARGO DE LOS SIGLOS: CÓMO HA CAMBIADO SU FUNCIÓN
Épocas de mayor protagonismo, épocas donde pasaron a formar parte de un grupo secundario. Los almacenistas, al igual que el jerez han sufrido cambios, desafíos y retos a los que sobreponerse. A pesar de todas las vicisitudes en estos 2.000 años de historia, tanto los primeros como los segundos siguen presentes en la región.
El origen de los almacenistas es difuso debido a su constante evolución y adaptación en diversas figuras productivas. Fueron jugadores clave en la región durante décadas y su impronta se ha mantenido a lo largo de siglos, llegando hasta nosotros como verdaderos artesanos del jerez. Es en el siglo XIX donde se producen hitos y cambios en la forma de entender el vino de Jerez creándose las bases para identificar el cometido contemporáneo de los almacenistas.
A mediados del siglo XIX existían tres grupos bien diferenciados dedicados a la producción y elaboración de vinos en la región: los cosecheros, los almacenistas y los extractores. Los primeros se dedicaban al cultivo de la uva, generalmente en viñedos de extensión reducida. Los segundos era los encargados de convertir los mostos de uva a vino y en la mayoría de casos criarlos durante al menos una década. Finalmente, debido al carácter internacional del vino de Jerez de la época, existía un tercer grupo centrado en el comercio y venta del producto elaborado por los dos colectivos anteriores (cosecheros y almacenistas), los extractores.
A pesar de que se dieron pocos cambios en la producción de la uva en todo el siglo XIX, no ocurrió así con la elaboración y crianza del vino de Jerez. Como adelantamos en el artículo How is sherry aged?, a comienzos del siglo XIX el sistema de crianza vigente de la región, el de añada, pasó a ser el sistema de criaderas y solera, un sistema dinámico que permitía obtener una mayor consistencia en los vinos. Este cambio provocó que los almacenistas, especialistas en comprar mosto a los cosecheros, envejecerlo estáticamente y suministrar la amplia variedad de estilos a los extractores, perdieran presencia frente a los extractores, que comenzaron a desempeñar el envejecimiento de sus propios vinos. Además, con el auge de los finos y vinos de crianza biológica en la década de 1860 (vinos que requerían en aquella época menos tiempo de crianza que otros estilos como olorosos) estos mismos extractores comenzaron a almacenar los vinos por su propia cuenta y a tomar el control de la mayoría del proceso productivo.
Al aumentar las exportaciones de vinos jóvenes se redujeron las funciones del almacenista. Acostumbrados a los vinos de añada la mayoría de éstos no pudieron soportar los grandes costes de producción de vinos más jóvenes. Poco a poco, lentamente, fueron perdiendo preponderancia en la región. Finalmente, en el año 1863 concluye la época dorada de los almacenistas.
A pesar de este gran cambio en el sector y la consecuente disminución del número de almacenistas en la región estos artesanos siguen en activo. Sus valores y filosofía están aún presentes en muchos de los vinos elaborados en Lustau, por ejemplo. Los almacenistas siguen formando parte del ideario del Marco de Jerez.
IMPORTANCIA DE LOS ALMACENISTAS EN EL MARCO DE JEREZ
Comenzábamos este texto destacando que los almacenistas son una pieza clave a nivel identitario y cultural. Suponen un magnífico e incalculable aporte a la diversidad y herencia patrimonial al territorio donde se encuentran las DDOO Jerez y Manzanilla.
Los almacenistas entienden el jerez de forma única y personal. Cada almacenista posee un legado que contar y mantener, una historia que los une a estos vinos. Ya sea por tradición familiar, pasión y amor por los vinos de Jerez y manzanilla, estos pequeños elaboradores dedican su vida, su tiempo y recursos a transmitir un legado anónimo dentro de la región. Una expresión y rol únicos difícilmente identificable fuera de los límites de la D.O.
El Marco de Jerez debe a estos artesanos su identidad más íntima y personal, la visión más romántica de estos vinos: Bodegas pequeñas, producciones aún más pequeñas, figuras y profesionales de larga experiencia bodeguera a veces particulares y carismáticas, artesanía y, sobre todo historias de valor incalculable donde el epicentro de la aventura era y es el vino de Jerez.
Pero ¿cómo clasificar un almacenista? De la complejidad en categorizar a estas bodegas parte su misticismo e interés. Son difícilmente clasificables debido a múltiples factores históricos, productivos o geográficos: Cada almacenista es lo que o bien la tradición familiar o las posibilidades le permite ser. Un almacenista puede poseer viñedo, elaborar y envejecer su propio vino en Sanlúcar, pero un almacenista es también puede estar en el corazón de la ciudad del Puerto de Santa María envejeciendo únicamente sobretabla en una pequeña bodega construida 150 años atrás. Intentar clasificar a los almacenistas es una tarea confusa y mágica debido a la singularidad que rodea a cada uno de ellos. Se muestran ocultos al mundo exterior para aparecer en ocasiones muy puntuales, solo si se sabe dónde buscar.
EL PAPEL ACTUAL DE LOS ALMACENISTAS EN LA REGIÓN
En 2021 se identificaron oficialmente únicamente 17 bodegas dentro de las bodegas de Crianza y Almacenado, la mayoría en Jerez de la Frontera. Algunos de ellos como soporte directo de bodegas exportadoras, por lo que el número de almacenistas independientes es aún más bajo. De este grupo tan diminuto de artesanos se pueden identificar los almacenistas que desde años atrás han establecido un vínculo de hermanamiento con Lustau.
Desde la década de los años 80 del siglo XX, Lustau ha puesto especial énfasis y cariño en embotellar vinos genuinos envejecidos por diferentes almacenistas repartidos por todo el Triángulo, preservando su unicidad y origen. Desde la primera saca, realizada en 1986, tanto los vinos como los artesanos de los mismos han traspasado las fronteras de la región, abriendo por primera vez y en exclusiva esas puertas anónimas y escondidas que hacía referencia Sarah Jane Evans MW, permitiendo a consumidores de todo el mundo conocer el mundo más íntimo y personal de los vinos de Jerez. Cada vino embotellado bajo esta colección tiene la función de homenajear no solo los origines, valores y filosofía de Lustau, sino también dar nombre a aquellos artesanos del vino de Jerez, que cada día, cada año y cada generación trabajan por mantener esa pequeña gran historia, tradición o afición donde el jerez es el protagonista.
El concepto detrás de la colección Lustau Almacenista se sustenta en un lazo estrecho y firme entre Lustau y los almacenistas involucrados. El apoyo mutuo, la confianza, la interacción del equipo de Lustau, encabezado por Sergio Martínez, Capataz General, con los almacenistas marcan la personalidad, la unicidad y la diversidad de esta colección que, en constante cambio y evolución, mantiene una personalidad inalterable en el tiempo.
Actualmente la colección incluye 7 vinos envejecidos por 4 almacenistas. Aunque muchos otros almacenistas han estado presentes desde el inicio de esta colección:
Ángel Zamorano | Amontillado de Jerez 1/20 Ángel Zamorano |
Ángel Zamorano | Oloroso 1/16, Ángel Zamorano |
Cayetano del Pino | Palo Cortado Cayetano del Pino |
José de la Cuesta | Fino de El Puerto 1/183, José de la Cuesta |
José Luis González Obregón | Amontillado de El Puerto 1/10, González Obregón |
José Luis González Obregón | Fino de El Puerto 1/143, González Obregón |
José Luis González Obregón | Oloroso de El Puerto 1/110, González Obregón |
Juan García Jarana | Amontillado de Jerez 1/51, Juan García Jarana |
Juan García Jarana | Oloroso Pata de Gallina 1/38, Juan García Jarana |
Manuel Cuevas Jurado | Manzanilla Amontillada 1/21, Manuel Cuevas Jurado |
Manuel Cuevas Jurado | Manzanilla Pasada 1/80, Manuel Cuevas Jurado |
Manuel Cuevas Jurado | Manzanilla Olorosa 1/39, Manuel Cuevas Jurado |
María Luisa Coveñas | Dos Cortados, María Luisa Coveñas |
Miguel Fontádez Florido | Amontillado de Jerez 1/30, Miguel Fontádez Florido |
Miguel Fontádez Florido | Amontillado Fino de Jerez 1/47, Miguel Fontádez Florido |
Miguel Fontádez Florido | Oloroso de Jerez 1/2, Miguel Fontádez Florido |
Piaget | Amontillado Fino 1/75, Piaget |
Pilar Aranda | Amontillado Fino de Jerez 1/16, Pilar Aranda |
Pilar Aranda | Oloroso Añada 1918, Pilar Aranda |
Pilar Aranda | Oloroso Añada 1930, Pilar Aranda |
R. Benítez Girón | Amontillado de Jerez 1/2, R. Benítez Girón |
R. Benítez Girón | Oloroso 1/3, R. Benítez Girón |
R. Farfante | Dos Cortados 1/2, R. Farfante |
Vides | Palo Cortado 1/50, Vides |
Viuda de A. Borrego | Oloroso 1/138, Viuda de A. Borrego |
Algunos nombres de esta lista siguen aún formando parte activa de la colección; desafortunadamente otros han acabado por desaparecer. Un tercer grupo, al igual que Lustau en los años 50, decidió comenzar a vender sus vinos bajo una marca comercial propia y siguen los pasos de las bodegas de Crianza y Expedición. Lo cierto es que cada almacenista ha aportado su visión, experiencia e historia dentro de la compañía, engrandeciendo la diversidad de la colección y mostrando que estos tesoros enológicos, a veces y en pequeñas cantidades, pueden ser encontrados y disfrutados fuera del triángulo del jerez.
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Manuel Cuevas Jurado: Manuel Cuevas Jurado era un importante minorista de alimentación en Sanlúcar de Barrameda que empezó una carrera como viticultor en 1950, iniciando cuatro generaciones de viñedos a cargo de su familia. Tras la muerte de Manuel Cuevas Jurado, su hijo y sus nietos han continuado el negocio en memoria de su fundador.
Lustau Almacenista Manuel Cuevas Jurado Manzanilla pasada de Sanlúcar 1/80
Lustau Almacenista Manuel Cuevas Jurado Amontillado de Sanlúcar 1/21
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José Luis González Obregón: José Luis empezó a elaborar vino en 1959 como afición, tras jubilarse de su trabajo como capataz general de una bodega exportadora de Jerez.
Lustau Almacenista José Luis González Obregón Fino del Puerto 1/143
Lustau Almacenista José Luis Gonzalez Obregón Amontillado del Puerto 1/10
Lustau Almacenista José Luis González Obregón Oloroso del Puerto 1/110
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Juan García Jarana: la bodega de García-Jarana, conocida como «El Aljibe», es un sitio encantador y pintoresco. Lustau Almacenista Oloroso Pata de Gallina 1/38 se envejece en una solera en Jerez, propiedad de Juan García-Jarana, cuya bodega se sitúa en el barrio de Santiago. Los jereces de García-Jarana están muy reconocidos por su calidad, e incluyen pequeñas soleras de fino, oloroso, amontillado y pedro ximénez. Lustau seleccionó el Oloroso Pata de Gallina en 1989. Desde entonces, se ha convertido en uno de los vinos más conocidos de la gama Almacenista.
Lustau Almacenista Juan García Jarana Oloroso Pata de Gallina 1/38
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Antonio Caballero y Sobrinos: A finales del siglo XIX, Antonio creó unas pocas soleras que mantuvo con dedicación durante más de dos décadas para su consumo privado. Sus sobrinos lo relevaron en el negocio cuando Antonio se jubiló y decidieron continuar con su legado como almacenistas. En los años 1960, los herederos de Antonio trasladaron las soleras más especiales a una localización única: el Castillo de San Marcos, un hito arquitectónico del centro histórico de El Puerto de Santa María.
Lustau Almacenista Antonio Caballero y Sobrinos Amontillado del Castillo 1/38
EVOLUCIÓN DE LUSTAU DE ALMACENISTA A BODEGA DE EXPORTACIÓN
Para comprender la relevancia de estas siete etiquetas dentro de la amplia colección de vinos comercializados actualmente por Lustau, debemos remontarnos a los orígenes de la bodega. Lustau se fundó en 1896 precisamente como productor almacenista. José Ruiz-Berdejo, secretario judicial de la ciudad de Jerez, comenzó a cultivar vides en la finca de su familia, llamada Nuestra Señora de la Esperanza, durante su tiempo libre. En estos comienzos elaboraba vinos que luego se vendían a productores de mayor tamaño. En 1931, su hija, María Ruiz-Berdejo Alberti, compró una pequeña bodega cerca del centro de Jerez de la Frontera y trasladó todas las soleras que ya existían hasta allí, ganando notoriedad y visibilidad. En los 40, el marido de María, Emilio Lustau Ortega, volvió a mover la bodega al viejo barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera. Allí, en edificios que habían formado parte de la antigua muralla árabe de la ciudad, empezó a expandir lentamente el negocio, todavía como almacenista. Pero en 1945, Emilio Lustau abandonó ese papel mediante la introducción de sus propias marcas: Papirusa, Jarana, Escuadrilla, Emperatriz Eugenia y Cinta de Oro, entre otras. En 1950, la compañía empezó a exportar sus propios vinos de Jerez. El resto son 125 años de historia en los que, a través de los distintos capataces, experiencia y pasión, se ha mantenido la filosofía almacenista original de José y María Ruiz-Berdejo y Emilio Lustau: ofrecer al mundo la más diversa colección de especialidades de jerez. La colección Lustau Almacenista es el humilde homenaje a nuestras raíces y a todos aquellos artesanos, que por amor a los vinos de Jerez conformaron, sin tomar crédito, el jerez más íntimo y entendido como un acto de amor y pasión por los vinos con identidad e historia propias.